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N° 14- 02/06/2021 Se acaba de celebrar el VIII Congreso del Partido Comunista y marca, entre otras cosas, el paso de la antorcha entre la generación histórica de la revolución cubana encarnada por Raúl Castro,

el hermano de Fidel Castro y el del nuevo secretario general del partido: Miguel Díaz-Canel, ya presidente de la República. La inauguración del VIII Congreso del Partido se produce en un hito en la historia de la nación cubana: el 60 aniversario de la Proclamación, del Comandante en Jefe Fidel Castro, del carácter socialista de la Revolución, el 16 de abril de 1961, durante los funerales de las víctimas, el día anterior, el bombardeo de las bases aéreas, preludio de la invasión mercenaria de Playa Girón, organizada y financiada por el gobierno de los Estados Unidos como parte de los planes para aplastar el ejemplo de la Revolución Cubana y volver a imponer el dominio neocolonial en la Isla, con la complicidad de la Organización de los Estados Americanos.
Durante su discurso de apertura, Raúl Castro recordó las condiciones en las que se desarrolla el congreso. Las de la pandemia del Covid 19 que afecta profundamente la vida económica del país por la importante caída del turismo y la de una acentuada agresividad por parte del imperialismo estadounidense y sus aliados que imponen un bloqueo económico y financiero que es una verdadera acción de guerra para crear las condiciones de una revuelta contra el poder socialista. El bloqueo va acompañado de una intensa presión propagandista dirigida a desestabilizar y reclutar a parte de la población contra el socialismo (1).
Raúl Castro dedicó una parte importante de su intervención a las medidas económicas tomadas en el último período que pretenden dar mayor latitud a la iniciativa privada en toda una serie de actividades. Todo ello insistiendo en que no se trataba, a través de estas medidas, de cuestionar el carácter socialista de la revolución cubana y especialmente en los sectores vitales de la economía, los servicios públicos, el comercio y las finanzas. Raúl Castro insistió fuertemente en que los cuadros políticos y económicos deben jugar un papel decisivo en la implementación de esta política apoyándose en el partido y las masas trabajadoras. Sin el partido de vanguardia, aseveró, no puede haber nación cubana: citemos: "La unidad de la gran mayoría de los cubanos en torno al Partido, el trabajo y los ideales de la Revolución, ha sido nuestra arma estratégica fundamental para enfrentar con éxito todo tipo de amenazas y agresiones. Por eso debemos preservar con celo esta unidad y nunca tolerar una división entre revolucionarios bajo falsas pretensiones de una mayor democracia, porque ese sería el primer paso hacia la destrucción, desde adentro, de la Revolución misma, incluso del socialismo y, en consecuencia, de la independencia nacional y el retorno bajo el dominio del imperialismo norteamericano ”.
Raúl Castro ha dedicado mucho tiempo a las cuestiones internacionales, recordando en primer lugar los principios en los que se asienta la nación cubana: “Se trata en particular del respeto de los principios y normas del derecho internacional y de los propósitos y principios de la Carta de Naciones Unidas, la solución pacífica de controversias, la obligación de no interferir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de ningún Estado y de observar los principios de soberanía nacional, igualdad de derechos y autodeterminación de los pueblos; el compromiso de los países de la región de fomentar relaciones de amistad y cooperación entre ellos y con otras naciones, cualesquiera que sean las diferencias entre sus sistemas políticos, económicos y sociales o sus niveles de desarrollo; practicar la tolerancia y vivir juntos en paz como buenos vecinos; y el compromiso de respetar plenamente el derecho inalienable de cada Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural, como condición esencial para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones ”. Sobre la base de estos principios, la intervención subraya el carácter cada vez más agresivo del imperialismo estadounidense y sus aliados que Raúl Castro califica de contraofensiva en América Latina para desarraigar los movimientos revolucionarios y progresistas de la región. Es de acuerdo con esta realidad que la intervención enfatiza la necesidad de fortalecer las capacidades de defensa popular de la nación cubana.
En conclusión, Raúl Castro anuncia su decisión de ser un militante revolucionario, ya que una nueva generación de líderes debe acceder a la dirección del partido y del país.
(1) El bloqueo contra Cuba provoca manifestaciones que la condenan. En Francia, como en todo el mundo, incluido Estados Unidos, las acciones exigen el levantamiento de este bloqueo como crimen de guerra.